Esta semana, en Ciencia Divertida Galicia, nos gustaría destacar a una mujer que fue una auténtica pionera en el mundo de la ciencia, concretamente en la medicina. Hablamos de Elizabeth Blackwell.

Nació en 1821 en Bristol (Inglaterra) en una familia acomodada. Su padre, Samuel Blackwell, era el propietario de una refinería de azúcar y siempre se preocupó de que tanto sus hijos como sus hijas recibieran una buena educación en ciencias, matemáticas y lenguas extranjeras.

Dos incendios en el negocio familiar y finalmente la muerte del patriarca dejó a la familia totalmente arruinada, por lo que en poco tiempo la madre y las hermanas mayores se vieron obligadas a crear una escuela privada femenina para poder subsistir. Allí toda la familia forjaría unos fuertes ideales basados en la defensa de los derechos de la mujer y el sufragismo.

Con 23 años, Elizabeth se traslada a Carolina del Norte para enseñar música. Allí se alojará en casa del reverendo John Dickson que antes de ordenarse había sido médico. En un primer momento, todo lo relacionado con la medicina le causó rechazo, pero fue una experiencia personal la que le hizo cambiar de idea. Una charla con una de sus amigas, afectada por una enfermedad terminal, en la cual le confesó que se habría sentido más a gusto si hubiese sido tratada por médicos mujeres, creó una gran vocación en la joven.

Con la ayuda del reverendo Dickson comenzó a pedir plaza en todas las escuelas de medicina de Nueva York y Philadelphia. A pesar de que todas la rechazaban, ella no desesperó y empezó a formarse en anatomía hasta que consiguió ser admitida en el Geneva Medical College de Nueva York. Elizabeth consiguió superar todos los prejuicios con los que profesores y compañeros la trataban a base de trabajo, capacidad y rigor por lo que con el tiempo se ganaría el respeto de sus allegados.

En 1849 se graduó y se convirtió en la primera mujer que conseguía este título universitario. Pero a pesar de ostentar esta distinción, a la hora de solicitar un trabajo volvió a encontrar problemas, puesto que ningún hospital de Inglaterra y Francia la aceptó por el hecho de ser mujer. Tan solo, pudo ejercer en el hospital La Maternité de París, pero en calidad de matrona, no de médico.

En 1851, cansada de la discriminación por parte de sus colegas de profesión, vuelve a Estados Unidos y tras encontrarse con una nueva negativa de la comunidad médica americana de ofrecerle trabajo, funda junto con su hermana Emily un centro hospitalario sin ánimo de lucro especialista en medicina de catástrofes y atendido exclusivamente por mujeres.

Tras una discusión con su hermana Blackwell volvió a Inglaterra casi 20 años después y funda la London School of Medicine for Women, una escuela de medicina para mujeres, en la que trabajará hasta su retirada en 1877.

Elizabeth Blackwell falleció en 1910 sabiendo que no sería recordada por su contribución profesional a la ciencia, pero orgullosa por su enorme contribución al acceso de la mujer en el mundo científico, algo de lo que la humanidad se ha beneficiado hasta nuestros días.