El cerebro humano es  un órgano fascinante. Es responsable de controlar las acciones que lleva a cabo el cuerpo, además de regular las funciones vitales, por lo que podemos afirmar que es el órgano de mayor importancia de nuestro organismo.

Está dividido en diferentes zonas o regiones y cada una de ellas se especializa en una función: el lenguaje, la percepción sensorial, la coordinación… En una de estas zonas, concretamente en el lóbulo temporal, se encuentra el hipocampo. Esta pequeña parte del cerebro está relacionado con la memoria y la regulación de estados emocionales, entre otros. Su principal función es generar y recuperar recuerdos, pero también es responsable de la eliminación de muchos de ellos, para “hacer hueco” a nuevos y más importantes.

Conocer a partir de qué edad se comienzan a crear y mantener recuerdos es una parte de la neurociencia que está en constante estudio. Existen personas que afirman recordar sucesos que tuvieron lugar cuando apenas tenían unos meses de vida. ¿Cómo es posible? En estos casos el cerebro suele hacer “trampa” y, mediante la imagen mental que el individuo construye a partir del recuerdo de otra persona, lo convierte en propio.

Lo que se conoce como memoria episódica, en la que se conservan hechos y vivencias propias, se forma a partir de los 3 años de edad. Antes de esto es bastante improbable que los recuerdos almacenados en el cerebro sean reales.

Durante los primeros 3 años de vida el cerebro de un niño está en constante desarrollo, creando conexiones sin parar. De hecho, hay estudios que demuestran que en esa época de la vida de un ser humano es cuando mayor es el número de conexiones neuronales. Al ir creciendo, el cerebro va eliminando (o podando) las conexiones menos relevantes, de forma que muchos de los recuerdos almacenados en los primeros meses y años de vida no se conservan.

El hecho de no haber desarrollado correctamente el habla favorece a que el cerebro no retenga el concepto de lo que está viviendo, por lo que tiene sentido que no se almacene esa información, puesto que no conoce el término correcto para identificarlo.

La memoria episódica, como indicábamos previamente, está ligada directamente al hipocampo. Cuando éste órgano alcanza la madurez (normalmente en la infancia) comienzan a almacenarse recuerdos en ella, ya que está preparado para ello.

Muchas veces, ya de adultos, al conversar con aquellas personas con las que hemos convivido de niños, descubrimos que ellos conservan recuerdos de situaciones en las que también participamos pero que no recordamos. ¿Por qué? Existen múltiples teorías de por qué se borran algunas memorias y otras se mantienen. Hay estudios que afirman que el hecho de identificar un hecho pasado mediante una estructura narrativa facilita que el cerebro del niño lo mantenga y conserve con más facilidad. Sea como sea el cerebro es un órgano que necesita de nuestra parte para estimularlo y sacarle el máximo provecho, y debemos cuidarlo para asegurarnos de su correcto funcionamiento.