Ahora que llega el verano, la mayoría de nosotros estamos ya cansados de oír hablar de la “operación bikini”. Los gimnasios están llenos de hombres y mujeres que ultiman sus rutinas para eliminar ese michelín que les sobra e Internet se llena de dietas milagro que te prometen que te pondrás como un auténtico vigilante de la playa. Pero fuera de esos clichés lo que pocos saben es que el proceso de quema de grasa es muy complejo, necesita mucha constancia y que ni mucho menos se consigue en dos semanas, ni en un mes, ni siquiera en seis. Así que hoy vamos a explicar los procesos por los cuales nuestro cuerpo quema grasa y los mitos que surgen con la llegada del verano.

Existe una ley (Ley de Conservación de la Materia) que indica que la materia “ni se crea, ni se destruye”. Esta frase es también aplicable a la grasa de nuestro cuerpo, pues es un error muy común pensar que la grasa se elimina, cuando realmente la grasa cambia de forma.

Nuestro cuerpo consume cierta cantidad de energía en el proceso de digestión. La cantidad restante la almacena en las células grasas o lipocitos. Cuando intentamos perder peso haciendo ejercicio, nuestro cuerpo consume primero las moléculas y los azúcares de los carbohidratos para mantener esa actividad pero conservando todas las reservas posibles de grasas. Cuando ya no tenga más azúcares, nuestro cuerpo activará una enzima llamada lipasa, que es la encargada de permitir la salida de las moléculas almacenadas en los lipocitos. Cuando estas moléculas salgan y entren en el torrente sanguíneo, los distintos órganos de nuestro cuerpo las absorberán para crear energía aprovechable. En ese punto estamos quemando grasa acumulada.

Una vez que los lipocitos hayan desalojado su interior de moléculas grasas, su tamaño se reduce, haciendo que con ellos se reduzca el tejido graso y volviendo a la persona más delgada.

Pero entonces, ¿por qué hay personas que no consiguen adelgazar a pesar de hacer ejercicio? Existen muchas razones, pero lo más probable es que esté haciendo algo mal con su dieta.

Cuando nos ponemos a dieta, significa que vamos a ingerir menos calorías de las que tomamos normalmente. Nuestro cuerpo se pondrá en “modo prevención” y reservará más cantidad de lípidos de la misma manera que cuando tenemos un gran gasto de dinero inesperado y nos vemos apretados para llegar a fin de mes. El secreto es, y siempre lo será, quemar más calorías de las que se ingieren. Por eso es muy importante que la dieta sea equilibrada y reducir la ingesta de grasas para evitar que se almacenen. Esto no significa que tengas que pasar hambre, todo lo contrario, pues de esta manera tu cuerpo entrará en el ya citado “modo prevención” de una manera extrema y resultará casi imposible adelgazar.

Además es adecuado acompañarla con ejercicios aeróbicos (running, zumba, bicicleta…) para complementar esa quema de calorías y llegar al punto de equilibrio entre calorías ingeridas y calorías quemadas. Por último,resulta recomendable hacer ejercicios con pesas para no perder tono muscular. Si dejamos a un lado el trabajo muscular, nuestro cuerpo ante la imposibilidad de quemar grasas o azúcares, podría comenzar a quemar células musculares, descompensando nuestro cuerpo y generando fatiga y dolores por todo el cuerpo.

Ahora que ya entendéis el proceso de quema de grasas y energías que hace nuestro cuerpo podéis  contarnos vuestros trucos personalizados. ¡Hasta la próxima, amigos!