¿Os habéis fijado alguna vez en cómo vuelan las aves? Cuando se desplazan en grupo, formando figuras y vuelan a una altura considerable suele ser porque se trasladan a otro lugar.
Este tipo de desplazamientos suele tener lugar dos veces al año, con la llegada de la primavera y la llegada del otoño. Este fenómeno es lo que se conoce como la migración de las aves.
No todas las aves son migratorias, pero sí muchas de las que conocemos. Algunas recorren distancias cortas, pero otras son capaces de volar largas distancias (más de 500 km).
Pero, ¿por qué se trasladan de un lugar a otro?
El principal factor que influye en estos desplazamientos es el clima. Las aves migratorias vuelan al norte en primavera para reproducirse y criar a sus polluelos durante los meses de verano. Los días son más largos, lo que favorece tanto la reproducción como la cría. Cuando llega el frío, sin embargo, las aves vuelven a los climas cálidos del sur, donde saben que conseguir alimento no será un problema. En las regiones del norte de Europa, por ejemplo, los pájaros que se alimentan de insectos tendrían grandes dificultades para conseguirlos. Las bajas temperaturas acaban con ellos, pero las temperaturas más cálidas y el buen tiempo favorecen la aparición de más insectos.
Uno de los rasgos más característicos de las migraciones de aves es el modo en que se desplazan: en forma de uve es una de las más frecuentes. ¿Por qué? Las aves consumen muchísima energía al volar, especialmente cuando se trata de grandes distancias como las que recorren con los cambios estacionales. Por ello tratan de buscar el modo de ahorrar todo el “combustible” que pueden, y volando en formación lo consiguen. Así, cuando baten sus alas hacia abajo provocan una corriente de aire que vuelve hacia arriba, impulsando el vuelo y permitiéndoles planear durante más tiempo del que aletean. A la cabeza de la formación suele colocarse un ave experta, que ya ha realizado más migraciones y conoce el camino.
No hacen los viajes en un solo vuelo, sino que van parando en aquellos lugares que tienen aspecto de ser tranquilos y seguros. Sin embargo, las aves no están a salvo de los depredadores que se aprovechan de estos largos desplazamientos y se alimentan de ellas.
Muchos de los pájaros más populares son nómadas. La golondrina es, probablemente, la especie más reconocible dentro de las migratorias. Su sentido de la orientación es realmente asombroso, ya que le permite, entre otras cosas, llegar al nido que ha utilizado en otras temporadas.
La cigüeña es otra de las aves migratorias por excelencia. Suele pasar los inviernos en la zona norte del continente africano y los veranos en Europa Central. Es capaz de volar casi 200 km en una sola jornada.
El cambio climático está afectando a los hábitos de las aves migratorias. Las temperaturas en aumento en zonas en las que el clima es cálido, la subida del nivel de los océanos, o fenómenos como las sequías y olas de calor están dando lugar a alteraciones significativas en las migraciones de aves. uw