El campo de la Química es uno de los más complejos dentro de la Ciencia. El estudio de todo lo que compone la materia, las sustancias, la estructura del átomo abarca un amplio espectro. Esta ciencia es una de las más atractivas, y no es de extrañar que cuente con tantos adeptos. Una de sus más fieles seguidoras es la protagonista de nuestra historia de hoy: Dorothy Crowfoot Hodgkin.
Dorothy nació en Egipto en 1910 cuando el país todavía pertenecía al Imperio Británico. Su padre, John Crowfoot trabajaba para el Servicio de Educación egipcio, pero la familia se trasladó a Sudán, donde trabajó como Director de Educación y Antigüedades.
La pequeña Dorothy comenzó pronto a mostrar un gran interés por la Ciencia y, en especial, por la química. Al finalizar sus estudios en el instituto tenía claro que su camino estaba vinculado al de los experimentos químicos y, en especial, al de la bioquímica.
En 1928 entró en Oxford, donde el primer año combinó el estudio de la Química con el mundo de la Arqueología. Sus padres le habían inculcado su pasión por la Arqueología y las excavaciones, en las que pasó temporadas durante su juventud. Le gustaban tanto que casi hizo que dejase la Química a un lado para centrarse en el mundo arqueológico.
Durante algunas excavaciones en Jordania descubrió el apasionante mundo de los cristales, y comenzó a indagar más en él. De vuelta a la Universidad se matriculó en un curso sobre cristalografía (se trata de una rama de la Geología que analiza la estructura y forma de los minerales cuando cristalizan). Siguiendo los consejos de su profesor F.M.Brewer, se animó a investigar acerca de la cristalografía de los Rayos X.
Al acabar su formación en Somerville College (Oxford) Dorothy se trasladó a Cambridge donde trabajó con J.D.Bernal, toda una eminencia en el ámbito científico y pionero en el estudio de la cristalografía en rayos X.
En 1934 regresó a Somerville, alma mater de destacadas figuras de la Ciencia Moderna. Allí permaneció el resto de su carrera profesional. Fue tutora Oficial en Ciencias Naturales de la Universidad, donde daba clases de Química en las facultades de mujeres. A lo largo de estos años llevó a cabo destacados descubrimientos en el campo de la Bioquímica, como analizar y definir las estructuras de biomoléculas tales como el colesterol, la penicilina, la vitamina B12 o la insulina. Estos hallazgos tuvieron un enorme impacto tanto en el ámbito científico como en la sociedad. Hasta el momento, una herida podía ser fatal para un paciente. Conociendo la arquitectura de la penicilina fue posible el desarrollo de medicamentos semisintéticos basados en esta biomolécula, lo que permitió ofrecer tratamiento a miles de personas. Hay que tener en cuenta que estamos en el contexto histórico de la II Guerra Mundial. La rapidez de actuación en los hospitales de campaña era imprescindible.
En 1947 Dorothy entró a formar parte de la Royal Society of London, prestigiosa asociación científica británica. En 1956 se convirtió en Lectora Universitaria en Cristalografía en Rayos X, y profesora investigadora Wolfson de la Royal Society a comienzos de la década de los 60.
Pero el mayor reconocimiento llegó en 1964, cuando Dorothy Crowfoot recibió el Premio Nobel de Química por su “determinación de la estructura de muchas sustancias biológicas mediante los rayos X”. De esta forma se convertía en la tercera mujer en obtener el galardón, por detrás de Marie Curie y su hija, Irène Joliot-Curie.