Para celebrar el comienzo del mes de septiembre en Ciencia Divertida nos ha parecido apropiado retomar uno de nuestros temas favoritos: la serie de artículos sobre mujeres científicas que han causado un impacto notable en la sociedad.
En esta ocasión hemos seleccionado a Temple Grandin, una zoóloga y etóloga estadounidense que es un verdadero ejemplo de superación y esfuerzo.
Nacida en Boston en 1947, cuando apenas era una niña fue diagnosticada de autismo leve. Éste se manifestaba, por ejemplo, ante su rechazo a cualquier tipo de contacto físico con otras personas. Durante su infancia y adolescencia se sometió a diferentes métodos terapéuticos para favorecer la empatía hacia los demás. Una de estas terapias consistía en el cuidado de caballos. En una ocasión, durante la visita a una granja de su familia descubrió que al ganado, cuando recibía al veterinario lo colocaban en una especie estructura metálica que hacía presión a ambos lados del animal. Esa presión hacía que el animal se relajase, permitiendo así que el veterinario se acercase a examinarlo. Tomando esta máquina como referencia Temple decidió desarrollar un mecanismo similar para humanos, para facilitar el contacto físico. Tal fue el éxito en el resultado de este diseño que en gran cantidad de centros de tratamiento para niños autistas emplean este artilugio.
El autismo no impidió que Temple decidiese apostar por la educación superior, centrando su interés en la Psicología, especialmente en el mundo animal. Durante años defendió el hecho de que la mente de un autista percibe los conceptos en imágenes concretas, lo que favorece que se preste mucha más atención por los detalles. Siempre supo que estaba limitada en cuanto al aprendizaje de determinados campos científicos, como el álgebra, pero eso no la frenó.
A lo largo de su carrera ha trabajado de la mano de ingenieros y diseñadores con los que planteó todo tipo de instalaciones que incorporaban mejoras en el bienestar del ganado, especialmente en los mataderos. En un país como EEUU, donde la industria ganadera constituye una fuente enorme de ingresos, el hecho de profundizar su investigación en esta área fue todo un acierto. Su capacidad para visualizar detalles inapreciables para el resto, como eliminar objetos colgantes o banderas y cambiar los recorridos que hacían las reses ayudó a que los animales adoptasen actitudes más dóciles y relajadas que antes.
En la actualidad, Temple Grandin es profesora de Ciencias Animales en la Universidad de Colorado, desde donde lanza al mundo un mensaje muy claro: son necesarias todo tipo de mentes que sean capaces de complementarse para hacer del mundo un lugar mejor.