Ahora que estamos disfrutando del buen tiempo de verano y haciendo alguna que otra visita a la playa, os vamos a plantear una cuestión para hacer pensar a nuestros pequeños científicos: todos sabemos que el agua de mar es salada, a diferencia del agua de la lluvia, la de los ríos y la de los manantiales. Pero, ¿sabéis por qué el agua del mar es salada?
La respuesta está en la cantidad de sales minerales que tiene el agua de mar, y que le aportan la salinidad al agua. ¿Y de dónde vienen todas estas sales minerales?
- Por una parte, los ríos van disolviendo y arrastrando minerales incrustados en las rocas y que van a parar al mar.
- Además, las propias rocas y materiales del suelo del mar van liberando estos minerales con el desgaste del agua, así como los corales, algas y fósiles marinos.
- Las erupciones de los volcanes marinos son otro de los motivos. Los distintos minerales también salen en forma de humo de las erupciones.
El nivel de salinidad del agua de mar no es el mismo en todas las zonas, depende del nivel en que contribuyen los diferentes factores que hemos mencionado en cada parte y de la zona en que se encuentre. Por ejemplo, el mar que rodea los dos polos es el menos salado, y el Mar Muerto es conocido por su elevado nivel de salinidad, hasta el punto en que no hay vida en sus aguas (de ahí viene su nombre).
Entre los minerales que se encuentran en el agua de mar y le aportan salinidad, el principal es el cloruro de sodio (la propia sal), pero también es importante la presencia del cloro, el azufre, el calcio, el magnesio y el potasio, entre otros muchos.
Todos estos minerales presentes en el agua de mar, acompañados con la brisa marina, hacen que ir a la playa tenga muchos beneficios: ayuda a combatir resfriados y aumenta las defensas, es un excelente relajante, ayuda a cicatrizar y alivia los síntomas de algunas afecciones en la piel (como la psoriasis) y aumenta el apetito, además de ser un lugar ideal para jugar y divertirse.