El miedo forma parte del ser humano desde que vivíamos en las cavernas. Es un sentimiento provocado por una sensación de peligro, ya sea real o imaginario.
Forma parte del conjunto de emociones primarias inherente a todos los animales, en la que el sujeto percibe una amenaza y se mantiene alerta. Los expertos en Biología de Ciencia Divertida nos han confirmado que el miedo sirve como mecanismo de defensa ante aquellos momentos en los que la vida del animal (sea cual sea su especie) puede verse amenazada.
Pero, ¿qué provoca el miedo en el ser humano? Este sentimiento suele desembocar en una sensación de ansiedad y angustia realmente desagradable que, muchas veces, ni siquiera está justificada. Un ejemplo de ello podría ser el miedo a caminar por una calle oscura, por temor a lo que pueda suceder.
Cuando una persona experimenta unos niveles de miedo y repulsión exagerados ante una situación o ante un objeto se suele decir que tiene fobia a aquello que le provoca dicha sensación. Por tanto, podemos definir las fobias como trastornos psicológicos en los que el temor y el rechazo afectan directamente a la salud emocional del sujeto, y siempre provocado por un hecho concreto. Por ejemplo, el miedo a los espacios cerrados se conoce como claustrofobia.
Existen fobias bastante comunes, como la fobia a las arañas (aracnofobia), el pánico a volar en avión (aerofobia) o el temor a los espacios abiertos (agorafobia). Sin embargo, con los años y los estudios psicológicos avanzados que se han sucedido se han descubierto fobias inesperadas y, cuanto menos, llamativas. Vamos a enumerar algunas de las más curiosas:
-Fobia a los payasos (Coulrofobia): este temor tiene su origen, casi siempre, en la infancia. Los payasos pueden resultar adorables y divertidos para muchos niños pero, para otros, pueden ser los protagonistas de sus pesadillas. Maquillaje exagerado, sonrisa permanente (e inquietante) y no se sabe quién está tras esa capa de pintura.
-Temor a los hoyos y formas redondas muy pegadas (Tripofobia): esta fobia es de reciente descubrimiento, y provoca una ansiedad enorme a quien la padece. El sujeto siente pavor ante pequeños agujeros muy juntos que pueda encontrar.
-Miedo desproporcionado a dormir (Somnifobia): el temor a quedarse dormido parece proceder del pánico a que suceda algo irremediable mientras se está durmiendo. Esto haría que la persona no se despertase jamás.
-Miedo al dinero (Crometofobia): las personas que padecen esta fobia tienen enormes dificultades en el día a día, puesto que no son capaces de realizar acciones tan sencillas como pagar en una tienda o consultar el extracto bancario de su cuenta. Puede que su procedencia esté en dificultades económicas durante la infancia que salen a la luz durante la vida adulta.
-Pánico a ser enterrado vivo (Tafofobia): las personas que sufren de esta fobia suelen afirmar que les paraliza la idea de que sean dados por muertos y que, cuando despierten, hayan sido enterrados. Esta angustia bloquea las emociones del sujeto y le provoca un temor exagerado.
-Miedo a las serpientes (Ofidiofobia): la mayor parte de las personas que sienten este temor no sólo se asustan al encontrarse frente a una sino que la sola idea de imaginarlas ya les aterra.
-Pavor ante la suciedad y los gérmenes (Misofobia): Esta fobia no se basa tanto en el miedo como en el rechazo absoluto a una situación en la que el sujeto se ve expuesto a la suciedad. Puede ir ligado a un trastorno obsesivo – compulsivo (TOC) que provoca que se lave las manos cada poco tiempo, por ejemplo.
Como veis muchas de estas fobias tienen su origen en la infancia y no tienen ninguna consistencia de que la amenaza sea real. Por eso debemos alentar a los pequeños científicos a que hagan frente a sus temores y razonarlos con ellos, para evitar que al crecer éstos se conviertan en un obstáculo para alcanzar sus metas.