Este nuevo artículo de mujeres científicas se lo vamos a dedicar a la matemática y física Sophie Germain, quien tuvo que hacerle frente a las limitaciones y fronteras en los campos de las ciencias y las matemáticas por ser mujer durante la época de la Revolución Francesa.
Sophie nació en París en 1776 en el seno de una distinguida familia burguesa. Con solo 13 años descubrió su pasión por las matemáticas leyendo los libros de su padre, y se volcó en su estudio. A sus padres no les gustó esta decisión y le pusieron obstáculos como apagarle la estufa o no dejarle usar ropa de abrigo para evitar que siguiese leyendo. Pero, al ver que no conseguían detenerla, acabaron apoyándola a estudiar por su cuenta, en una época en la que las universidades estaban limitadas a los hombres.
A sus 18 años se fundó la Escuela Politécnica de París. Ésta no permitía que las mujeres se inscribiesen, pero no consiguieron frenar a Sophie, quien se hizo pasar por Antoine-August Le Blanc, un antiguo alumno que había abandonado la ciudad. Lagrange, su profesor, se sorprendió por la increíble mejora en el rendimiento que Le Blanc, que paso de ser un alumno mediocre a presentarle respuestas extraordinarias, y quiso invitarlo a su casa para hablar sobre sus ideas. Cuando Sophie se presentó y descubrió que su alumno era realmente una mujer se admiró por su esfuerzo y se convirtió en una especie de mentor para ella.
Además, Sophie mantuvo correspondencia regular durante años, bajo el pseudónimo de Le Blanc, con muchos ilustres matemáticos de la época, como Legendre o Gauss.
Gracias a estas correspondencias obtuvo resultados importantes en la teoría de números de Gauss, contribuyó con la teoría de la elasticidad a Poisson y ayudó a resolver el último teorema de Fermat, entre sus numerosas aportaciones. Sin embargo, algunas de sus aportaciones no han sido reconocidas, como es el caso de la de Poisson, quien publicó su trabajo sin reconocer la colaboración de Le Blanc.
En el 1829 le detectaron cáncer de mama, pero esto no la apartó de su pasión por las matemáticas y continuó trabajando hasta su muerte, dos años después. Sophie no solo nos deja sus numerosas aportaciones en matemáticas y física, sino además un ejemplo de perseverancia y de superación de obstáculos.