Continuamos con nuestra serie de artículos protagonizados por mujeres relevantes en las diferentes áreas de la Ciencia. En esta ocasión la escogida es la condesa de Lovelace, Ada Lovelace.
Nació en Londres a comienzos del siglo XIX en el seno de una familia acomodada. Su padre, el famoso Lord Byron, fue un afamado poeta y casanova de la sociedad británica de la primera mitad del siglo XIX. Su madre, la también poetisa Anna Isabella Byron fue quien inculcó en la pequeña Ada su pasión por las matemáticas.

Su posición social le permitió conocer a grandes personalidades de la época, como Charles Dickens, así como al matemático británico Charles Babbage, con quien estableció una profunda amistad a lo largo de su corta vida. Fueron precisamente los estudios de Babbage los que suscitaron un inmenso interés en la joven Ada, especialmente en lo referente a la máquina analítica (o diferencial) diseñada por el matemático. Dicha máquina estaba proyectada para efectuar programas de computación y, a pesar de que nunca se llegó a construir, los pasos dados por Babbage y Ms. Lovelace se consideran los primeros en el campo de la programación informática.

Ada completó los diseños de Charles Babbage con un extenso compendio de anotaciones y cálculos propios, en las cuales se recoge, entre otros, un algoritmo codificado para ser procesado por una máquina. Éste está considerado como el primer programa informático.

Con el paso del tiempo la condesa de Lovelace, siguiendo los estándares que rodeaban a la sociedad victoriana se casó con un aristócrata destacado en el campo de la política con el que tuvo tres hijos. Pero siempre volvía a las matemáticas, donde tenía su refugio y su consuelo. Continuó sus estudios/trabajos con otra de las figuras científicas del momento, Augustus de Morgan.

Este destacado matemático fomentó el interés de Ada por las matemáticas, ayudándola a avanzar en sus conocimientos. Sin embargo ella demostró no ser una mujer convencional de su época cuando comenzó a cuestionarse los planteamientos de las clases, y querer saber más de lo estipulado. Para Morgan el hecho de que una mujer quisiese aprender más que lo que se le enseñaba era poco apropiado, puesto que no era frecuente que las mujeres se interesasen por las ciencias. Le preocupaba que una mujer llegase a pensar como un hombre.
Este punto de vista era opuesto al de Charles Babbage, quien siempre apoyó las inquietudes y curiosidades científicas de Ada Lovelace. A pesar de que cada uno mantenía perspectivas diferentes cuando planteaban el uso de la máquina analítica, consiguieron unir sus investigaciones para aportar importantes avances tecnológicos. Con ellos se abrió paso hacia otro tipo de ciencia hasta ahora sin explorar: la digitalización de la información.

En Ciencia Divertida Galicia nos enorgullece dar a conocer a figuras de la Historia que, a pesar de nacer en épocas convulsas para la mujer, luchan contra los prejuicios y convencionalismos, aportando su granito de arena a la evolución científica. Si queréis conocer más sobre la máquina analítica podéis contactar con nosotros.