Levantarse por la mañana es muchas veces una tortura. Una tortura a la que millones de personas solo ven una solución: una buena taza de café. Todos hemos escuchado alguna vez la frase “yo sin un café por la mañana no soy persona” o “me estoy durmiendo, voy a tomarme un café” pero ahora bien, ¿sabríais explicar por qué el café nos quita el sueño?

Empecemos por la culpable. La cafeína. Esta sustancia, que se encuentra de forma natural en el café y se añade a numerosos alimentos y bebidas que ingerimos a diario nos proporciona una dosis de buen humor y felicidad, haciendo que el sueño desaparezca y que nos invada un subidón de energía. Estos efectos responden a una reacción química que se produce en nuestro cuerpo y que explicaremos a continuación.

Partimos de la base de que nuestro organismo necesita un montón de energía para afrontar un día entero. Cuando el cuerpo detecta que necesita mucha energía para realizar una actividad intensa se libera lentamente adenosina, una molécula que nos induce el sueño y la relajación y que actuará al acabar ese gasto energético (por esa razón tenemos sueño después de practicar deporte o por el proceso de digestión después de una comida copiosa). Cuando nuestro cerebro detecta esta sustancia, la adenosina se une a los receptores de las neuronas y esto provoca que tengamos sueño.

Aquí es donde entra la cafeína. Cuando la cafeína llega a nuestro cerebro, se instala en los mismos receptores que la adenosina, es decir, la bloquea como si de un partido de baloncesto se tratase, para ocupar su lugar. Sabiendo esto, se desmonta la creencia de que la cafeína “nos da energía”, sino que más bien, evita que el cerebro detecte que necesita descansar. Además, la cafeína permite que otras moléculas actúen, como por ejemplo la dopamina, que es una molécula que nos hace sentir placer y que la adenosina no permite que funcione. Por eso la cafeína también permite que tengamos una sensación de placer.

Llegados a este punto, habrá algunos lectores que les asalte una duda, ¿y por qué llega un punto que la cafeína no me afecta y tengo que tomar más cantidad de café? Pues muy sencillo. Una vez el organismo se acostumbra a una cantidad de cafeína, crea más receptores para ubicar de nuevo a la adenosina. Por eso, aunque la cafeína esté presente, como no tiene un efecto por sí misma y solo actúa como “okupa” de los receptores neuronales, la adenosina vuelve a tener un sitio donde ubicarse y por lo tanto la situación se equilibra y volvemos a tener sueño.

Este es uno de los peligros de la cafeína, puesto que es una sustancia que aunque socialmente se le atribuyen solo beneficios, no podemos olvidar que es adictiva y también tiene sus inconvenientes. La cafeína acelera nuestro ritmo cardíaco y la presión arterial y puede crear una incapacidad de nuestro cerebro para detectar la adenosina, es decir, que puede generar insomnio. Por otro lado, si llegamos a acostumbrarnos a una ingesta elevada y dejamos de tomar café por unos días, podemos sufrir cansancio, irritabilidad y dolores de cabeza debido al “empacho” de adenosina, aunque por suerte esos efectos desaparecen en unos días.

Esta es una de las reacciones químicas que produce nuestro cuerpo, si quieres conocer más no dudes en comunicárnoslo ¡Hasta pronto!