Uno de los mayores problemas para la salud que existe actualmente es el elevado consumo de azúcar entre los niños. Según datos de la Consellería de Sanidade uno de cada tres niños presenta indicios de obesidad o sobrepeso.  En los últimos años se ha disparado la alarma y la OMS advierte que las consecuencias de este consumo pueden ser que, por primera vez, la esperanza de vida de las nuevas generaciones sea inferior que la de sus padres.

Pero, ¿cómo hemos llegado a este punto? Esta pregunta se la harán muchos padres, educadores y, en general, todos los que estén involucrados en el proceso alimenticio de los más pequeños.

En primer lugar hay que partir de la base de que el azúcar está presente en un gran número de alimentos, y puede que no seamos conscientes. Si analizamos lo que se suele desayunar en un hogar medio encontraremos cereales industriales, bollería o galletas, los cuales contienen un índice de azúcar añadido muy superior al recomendado. Según la Asociación Americana del Corazón, la cantidad máxima de azúcar añadido que un niño debe consumir al día es de 25 gramos (6 cucharillas de azúcar). Teniendo en cuenta que una bebida azucarada tiene alrededor de 33 cl de azúcar es sencillo comprender lo fácil que es pasarse de los límites aconsejados.

El estilo de vida que seguimos, lleno de prisas y horarios que cumplir puede ser uno de los motivos que llevan a que en muchos hogares se recurra a alimentos procesados para preparar una cena rápida, sin pararse demasiado a leer las etiquetas. Sacar tiempo para hacer una compra razonable es imprescindible para saber qué lleva cada producto y distinguir lo que es necesario y lo que no. Frutas, verduras, legumbres, pasta, arroz y pescado deberían estar presentes en la dieta de niños y mayores. La presencia del azúcar en estos alimentos es suficiente para garantizar el aporte energético necesario para los más pequeños.

Las consecuencias del consumo excesivo de azúcar las hemos visto anteriormente: diabetes, sobrepeso infantil, cáncer y enfermedades cardiovasculares en adultos, provocadas por una mala alimentación de niños. Aunque la predisposición genética a padecer una enfermedad de estas características influye, la única forma de prevenir estas patologías es mediante una dieta saludable combinada con actividad física. De este modo estaremos sentando las bases de un futuro sano para los más pequeños.

Algunos países europeos han comenzado a aplicar impuestos más altos para los productos azucarados, con el fin de empujar a los consumidores a que reduzcan el consumo. El programa de Nutrición de Ciencia Divertida trabaja para que los más pequeños aprendan a alimentarse, a diferenciar los alimentos que aportan nutrientes y cuáles no y, en definitiva, a que comprendan lo importante que es saber comer de forma sana y equilibrada.